En Chile cada año más de 500 jóvenes egresan de hogares de protección del Estado en abandono, sin lograr vinculación con un familiar o adulto significativo que los acoja, quedando así expuestos a distintos contextos de riesgo, entre ellos: la situación de calle. En efecto, un 48% de las personas que viven en esa condición señala haber pasado por hogares de protección del ex Sename.
Si miramos las herramientas con que cuentan estos jóvenes para transitar a la vida independiente, vemos una caja con pocas oportunidades. Esto se debe a múltiples razones, pero una de ellas es que el 57% de los jóvenes que salen de los hogares de protección del Estado no ha terminado la educación media.
Adicionalmente, la evidencia muestra que los jóvenes que salen del sistema residencial experimentan tasas de mayor desempleo, tienen empleos menos estables y ganan sueldos más bajos que los jóvenes de la población general, lo que hace que la brecha siga aumentando.
Finalmente, si hablamos de exposición a contextos de violencia, vemos que un 62% de las jóvenes que egresan son mujeres que quedan totalmente expuestas a los riesgos de la calle y que casi el 50% de la población penal adulta pasó por algún centro de menores durante su infancia o adolescencia.
El diagnóstico es claro y unánime: tenemos un desafío grande pero sabemos que tenemos puntos en común por donde comenzar. Primero, debemos reconocer a los jóvenes como sujetos de derecho y actuar en concordancia con ello. Segundo, los esfuerzos del Estado deben ir en la línea de comprometerse con disponer de más y mejores programas, personalizados y pensados para las necesidades específicas de los jóvenes del sistema residencial, que los ayuden a transitar a la vida adulta. Por último, es esencial, la necesidad de un abordaje interdisciplinario, con una coordinación intersectorial y en articulación constante con la sociedad civil, donde es posible encontrar buenas prácticas y programas innovadores con mediciones rigurosas para contribuir al desafío.
Hoy, 19 de abril, en el Día Internacional de los Jóvenes en Calle, queremos visibilizar a cada uno de ellos y queremos hacer un llamado a todos a soñar con un Chile mejor, con más oportunidades y donde los jóvenes tengan la cancha equiparada para poder alcanzarlas. Solo así podremos enfrentar esta deuda pendiente y trabajar con seriedad por el gran proyecto país, para que nadie se sienta fuera del sistema y sepa que en Chile cada joven importa, sin importar cuál sea su origen y trayectoria.